Cher Charly,
Nos has dejado demasiado pronto, te quedaban muchas cosechas por hacer, muchas botellas que compartir, muchos sabios consejos que dar a tus pequeños aprendices. No dudes en ningún momento que vamos a intentar seguir tu estela marcada a fuego en nuestra dura cabeza. Te escribo en nombre de los amigos que íbamos a visitarte todo lo a menudo que podíamos, y que con tu hijo Antoine, te volvíamos loco y nos echabas más de una bronca, con razón. En tu casa, en Chacé, tu acogida era siempre entrañable. He de decir con orgullo, que con los años las broncas eran menos, e incluso había momentos en los que tu aprobación al discurrir de nuestra labor como viticultores, nos hacía sentir que con el tiempo llegaríamos a conseguir hacer “algo bueno”. Pero también escribo en nombre de toda una generación para la que has sido luz e imagen en la que vernos reflejados. Cuando estábamos en la escuela eras de las únicas personas que nos hablabas de agricultura ecológica y métodos tradicionales en la bodega, cuando en nuestras casas todo aquello era poco menos que tabú. Nos enseñaste tantos valores difíciles de expresar en palabras, que resulta banal intentar tan sólo enumerarlos.
El vigneron prototípico que has sido, es algo que poco a poco se va perdiendo. La verdad, la pureza, la esencia, todo lo que representabas para el mundo del vino, lamentablemente no es lo que más se valore actualmente. Estoy seguro que toda tu familia seguirá manteniendo vivo tu legado, tus dos hijas, hijo, nietas, nieto y sobre todo Françoise.
Me gustaría volver a intentar traducirte algún chiste del castellano, y que me volvieses a decir que no entiendes nada, que me obligases una vez mas a apurar la copa, …y otra, y que terminases echándote las manos a la cabeza diciendo “on a pas de metier facile!!”.
¡Brindo por ti Charly!
Ricardo